EL ALMA DEL POETA
Pasa, compañera, y siente
cómo es el alma de un poeta,
siempre envuelta
en penas, emociones y tristezas,
inundada de papeles,
mil veces rescatada del infierno
en donde se forjan los versos
y retumban como ecos
los tiempos.
Entra, compañera.
Hoy la abro para ti,
como si fuera la puerta
de un túnel ciego y desnudo
del que ya nunca
podrás salir.
Escucha su latido,
el latido que traspasa el mármol,
que destila el ritmo,
el golpe seco y firme del sonido
al rebasar...
del silencio el límite,
de la frontera el fuego,
de la muerte el frío.
¿Sabes, compañera?
El alma de un poeta es
un vuelo blanco de gaviota,
un veloz relámpago de plumas,
el fecundo carnaval de alas
por cuyas venas corre
y se desborda
la esencia vertical de las alturas.
¿Sabes, compañera?
El alma de un poeta es
la oculta pirotecnia de la luz
en el último sabor de la amargura.
©Fernando Luis Pérez Poza