EL LATIDO
Acompasado, rítmico, el latido golpea
desde dentro, llama con voz final y violeta,
con ese sabor a túnel de alma solitaria
y espejo sin mercurio que pudre el calendario.
Va y viene disfrazado de lluvia y de recuerdo,
extendiendo sin tregua su eco de mariposa
muerta por el azul del infinito, barriendo
gota a gota la amarga cubierta del destino
como una ola herida al estirar su larga cola
y rodar sin remedio hacia el fondo del abismo.
Huyo del filo de su hoja, del metal sin luz
que acecha en la barranca húmeda de sus ojos,
del sepulcro yermo en el que entierra el pasado
y comienza a destruir el futuro, del reloj
sin herraduras en el que cabalgan las horas
y se desboca el loco neón de los sentidos.
Cruzo de un lado a otro, no sin cierta fatiga,
hundo las manos en el vacío, en la náusea,
en el vértigo, remuevo la tierra cautiva
y la libero de sus cárceles y condenas.
Abro la ventana para que las rosas se echen
a volar y enciendo la mecha de la nostalgia
pero sólo estalla un latido de sal y sueño
con aromas de mortaja y sangre mineral.
©Fernando Luis Pérez Poza