EL VIEJO INSTITUTO
Hoy he visto el viejo instituto,
su piel de piedra desnuda y fría
bailando en medio de la avenida.
Enterraban los árboles
sus copas en el cielo.
Giraba la veleta en lo más alto
tan débil de carácter como loca,
rota, sin acertar con el rumbo
que debería seguir el aire
para arrojar su alma al vacío
de los cuatro puntos cardinales.
En el azul espeso de las horas
dulces recuerdos de otro tiempo
se desangraban
como besos.
En la noria de una nueva singladura
se respiraba la nostalgia de los años.
En el aire flotaba a la deriva
la sinfonía muda del átomo.
Las olas sacaban su ritmo
de los acordes de un péndulo.
Y el húmedo sofisma hueco
de una lágrima guardada
se asomaba a la ventana
de aquel rosario de ensueños.
©Fernando Luis Pérez Poza