¡QUÉ SÉ YO!
A César Vallejo
Hay versos en el alma, tan densos... ¡Qué sé yo!
Versos como del más allá; como robados del infierno,
vademécum de penas
donde se cuece a conciencia la soledad... ¡Qué sé yo!
Están hondos; pero están... Cortan venas y sueños
en el corazón del tuétano y te meriendan el hueso.
Son tal vez cuchillos de rostro fiero, heraldos
suicidas del vértigo estallando el negro.
Son una blasfemia, hemorragia lenta de tristeza
que ahoga en su lecho cualquier atisbo de esperanza.
Esos versos sangrientos son murciélagos ciegos,
asesinos empeñados en quemarnos las velas.
Y el poeta... ¡Pobre iluso! Vuelve los ojos,
escarba en sus letras,
como cuando en el mundo sólo existe el silencio
y los ojos, y las manos, la nariz y la boca no sirven
más que para calentar el mármol de un epitafio.
Hay versos en el alma, tan densos... ¡Qué sé yo!
Fernando Luis Pérez Poza