REZA
Reza,
aunque el cielo se te desplome encima,
reza,
abre tu voz al infinito
y llora con el hueco de los ojos
el mordisco fallecido de la sombra.
¿Por qué esperas
a que el rayo te ciegue si ya no ves?
¿Qué vientre parirá el futuro en tu esqueleto?
¿Esperarás acaso
a que se pudra el universo?
Se llenará de máscaras vacías la noche
y el tuétano estará tan lejos de todo,
atrapado en los dientes del gusano,
que hasta beberá con sed de una cloaca.
Es la desnudez del mármol que estrangula,
el dragón de fuego helado que te engulle,
el calendario eterno del olvido
el que conquistará tu cráneo
y reinará en el trono de lo oscuro.
Pero tú no debes preocuparte,
reza,
cuando la negra soledad desate el nudo,
reza,
cuando te abrace el corazón fresco de la tierra,
reza,
cuando un techo de hierba desahuciada te tapie la boca
reza
para que todo se termine por y para siempre,
amén, Jesús.
©Fernando Luis Pérez Poza