EL UNIVERSO DE LA RIMA
La conciencia, el misterio de cambiar
el pensamiento en sonido, sentir
en la palabra el universo, ver
las cosas bajo el prisma de un latido.
Esos son los secretos de la rima,
un desván que habilita la memoria
y amplía latitudes de registro.
Total, parcial, consonante, perfecta,
asonante, vocálica, imperfecta,
abanico de formas en cascada
que reviste de plumas a la idea:
Melodía de ritmos cristalinos,
carrusel de tristezas y pañuelos,
que hay fulgores de soles clandestinos
en la flor consonante de los cielos.
Como el agua que la corriente arrastra
más allá de los llanos y montañas
abundante se vierte en el océano
la armonía asonante de la nana.
El pensamiento envuelto en la palabra,
arropado en la fuerza del sonido,
navegando en el río del destino.
La perceptibilidad degradada de Alberti,
“abierto a todas horas” al poema,
los amores imposibles de Bécquer
estallando en el fuego de sus letras.
La rima interna o en eco, que repite
fonemas en el interior del verso
e inunda los sonetos gongorinos
de locura, intención y fantasía:
Hoy siento que la noche es un reproche,
que no queda más vida ni salida
que cruzar la avenida sin medida
de la muerte, ese broche del derroche.
Melodía encadenada que brota
de la música del alma, que sueña
el logaritmo de los ritmos y preña
de acentos y nostalgias cada nota.
El placer de la palabra ascendiendo
a la cima desnuda de los tiempos,
enterrando el carnaval de sus plumas
en la jaula de un papel disecado.
Tinieblas, monstruos, símbolos, abismos,
carrusel de sombras que se desata
en la intensa tormenta del lenguaje
y el salvaje vértigo de la danza,
ciego laberinto hueco del destino
que vomita la rima en torbellino.
© Fernando Luis Pérez Poza