EL HOMBRE QUE SE CAYÓ DE LA NORIA
Un círculo de profunda tiniebla
hay en mi alma, es la soledad espesa
que emerge desde el fondo de las aguas
sin luz y se filtra como la niebla
hasta el tuétano dormido del hueso,
es la noche larga y oscura que sueña
latitudes de campanarios ciegos,
es una llanura helada y abierta
por donde corren los vientos errantes
de un cielo hondo que gime sin estrellas.
Yo era hasta ayer un hombre que quería
alcanzar la luna y trepar al sol,
recorrer sin desmayo el firmamento,
descansar en las mareas de amor
que a veces destilan tus labios ávidos
de dulzura nueva, hartos de dolor.
Pero encontré el vértigo del vacío
palpitando en la esfera del reloj,
el latido oscuro del infinito
abriéndome a surcos el corazón.
¡Ay, qué tristeza más larga golpea
sin sentido el carrusel de las horas!
¿Adónde me lleva este amargo flujo
y reflujo del tiempo que atesora
silencios, amortaja las venas
y me llena de abismos sin memoria?
Yo era hasta ayer un hombre sin arraigo,
un loco mendigo de sueños y olas
y espumas de marfil y huecos castillos
en el aire que se cayó de la noria.
©Fernando Luis Pérez Poza