VUELA, MARIPOSA, VUELA
Si en el fondo de la mar
yacen la concha y la perla,
si en el fuego del hogar
y la llama al palpitar
se consume la madera;
si en las sombras de la noche
entre miedo, sueño y lecho,
pasa el tiempo en un galope,
se va la vida del hombre
como si fuera un destello,
en la densa latitud
de la suicida existencia
Dios creó la magnitud
de la eterna juventud
sin su volcánica esencia.
Vida, melodía incierta,
bacanal de sueños rotos
que deja el alma desierta
en la fría transparencia
de un horizonte sin ojos.
Vida, sublime descenso
por el negro tobogán
donde la muerte es un beso
o simplemente un receso
de la loca eternidad.
¿Qué son las horas, los días,
esos frágiles segundos
que hacen del tiempo ceniza,
sino divinas mentiras
en la boca de un verdugo?
¿Qué son las horas, el tiempo,
esos fantasmas dormidos,
esa sonrisa en el hielo
que dibuja el esqueleto
al despedir un latido?
Vuela, mariposa, vuela,
sin preocuparte de nada,
son tus alas un cometa,
o el rotor de una veleta
que carece de mañana.
©Fernando Luis Pérez Poza