SIEMPRE
(A mi hija María)
Yo quiero que el aire sea siempre primavera,
que todas las distancias se ahoguen en la hoguera,
que tu sonrisa inmensa de sueños y de soles
llene siempre mi vida de ritmos y colores.
Sí. Yo quiero, hija mía, que no se pase el tiempo,
que no te roben las horas los pocos recuerdos
que a mi lado tendrás cuando vuele a otros cielos
más altos o más anchos o más grandes y abiertos.
Le he pedido a las nubes que te digan adiós
con su larga melena de pañuelos blancos,
y a sus velas de trapo que te lleven mi amor
siempre que el viento las arrime a tu lado.
Alas de mariposa fueron siempre tus besos,
tus ojos siempre un horizonte claro y sin fondo,
el calor de tus manos fue siempre un ungüento
que inundaba de luz mis rincones más hondos.
Hija, cuando tengas la edad, y logres rescatar
estos huesos en la tumba innoble del olvido
en la que intentaron enterrarme los demás,
sabrás que yo siempre, siempre, siempre te he querido
como nadie nunca, nunca te ha querido jamás.
©Fernando Luis Pérez Poza