DANZA DE LA VIDA
Se fueron los átomos de la tristeza,
los espectros frenéticos del pasado.
Se fueron los pájaros de alas rotas
a fabricar sus nidos en otros árboles.
Llegó el tiempo de la esencia y de la rosa,
de las estrellas de ojos mansos y hondos,
del pétalo que se abre entero a la luz
y destila entre sus labios la sonrisa.
Llegó el aire azul de la palabra fértil,
el momento del laurel y la paloma,
del latido torrencial definitivo
que retumba en la campana de mis versos.
Es la hora eterna de las horas sin hora,
de las horas que bailan sobre el reloj,
de las horas blancas, sencillas y abiertas
que ven horizontes que van más allá.
©Fernando Luis Pérez Poza