DIME, COMPAÑERA
Dime, compañera.
¿Por qué caminos se llega hasta tu alma?
¿O qué palabras tendré que inventar
para ocupar esa celda dormida
que acumula océanos de ternura
en las colmenas de tu corazón?
Yo vengo de una tierra seca y extraña,
del frío territorio de la nieve,
de un árido desierto sin orillas
donde sólo se respira la muerte.
Atrapado en un baúl de pesadillas
y amarguras, soy un muñeco del tiempo
que se desliza a rastras por la vida
con el alma tatuada de silencios.
Dime, compañera.
¿De qué madeja saldrá el hilo dulce
del destino que nos volverá ovillo?
¿De qué cielo se extraerá el azúcar
infinito que unirá nuestros cuerpos?
¿Es qué existe algún árbol que florezca
y dé frutos en mitad del invierno?
© Fernando Luis Pérez Poza