NO HAY NADIE
No hay nadie.
Pero sigo adelante
por las calles muertas del amanecer,
por estas calles que saben más de mí que yo mismo,
por estas calles llenas de pasos vacíos y balcones
que siempre se olvidan de soñar.
Una calle oscura es un poema negro del abismo,
un ladrón habilidoso que te roba los recuerdos
al atravesar la puerta del último bar,
un camino que te regala basura
y te mece en las olas absurdas
de la gran marea de hojalata
que forman aparcados los coches.
Estoy borracho. Sí.
Y en la calle no hay nadie. Sí.
Ni siquiera un farol al que agarrarme
para mantenerme de pie. Sí.
No hay nadie.
Pero sigo adelante
aunque vaya dando más de algún traspiés.
© Fernando Luis Pérez Poza